VOCALOID 02
Capítulo 1: La chica de blanco
Primera parte.
Una fresca brisa llegaba
desde el mar hasta la pequeña ciudad. Los últimos rayos de sol creaban
destellos en los largos cabellos color aguamarina de una muchacha que observaba
el atardecer con calma. Sus ojos celestes brillaban
mientras sus pies descalzos tocaban la arena seca y el blanco vestido
que llevaba se mecía al son del viento. En su brazo izquierdo llevaba una
especie de marca, un 01 en color rojo. El ambiente estaba tranquilo, ninguna
persona llegaba a verse en el horizonte aún así había algo que inquietaba a la
joven.
Miró hacia ambos lados y
apretó los puños. Había empezado a sudar. Algo o alguien le estaba vigilando,
podía notarlo. El miedo le recorrió todo el cuerpo en forma de escalofrío, de
nuevo sentía esas sensaciones humanas que tanto odiaba. “¿Por qué debo de
sentir como los humanos si estoy creada para cantar?” se preguntó entonces. Una
ola llegó hasta sus pies dejándolos helados, como acto reflejo la chica dio
varios pasos hacia atrás. Empezaba a refrescar, se frotó los brazos con las
manos para coger algo de calor.
En su cabeza se hacían
continuas preguntas mientras la sensación de frio y miedo le acribillaban. “¿Por
qué puedo sentir frio? ¿Por qué puedo sentir miedo? ¿Sirven de algo estas
sensaciones? ¿Qué soy? ¿Acaso no fui creada tan solo para cantar? ¿Por qué
estoy sola? ¿Por qué me han abandonado? ¿No funciono correctamente?”
No muy lejos de allí volvía de hacer las compras una
mujer de recientes 19 años. Cargaba con dos bolsas llenas de botellas de
cerveza e iba cantando “Nostalogic” una de sus propias canciones que muy pocos
conocían. Las calles estaban solitarias y silenciosas, tan solo se escuchaba el
rumor de las olas. Iba pensando en sus cosas y tropezó con Miku, que había
dejado atrás la playa para investigar un poco la ciudad en la que se
encontraba. Meiko, esta mujer, se sobresaltó y una de las botellas chocó con el
muro que separaba la ciudad de la playa, una de las botellas se agrietó y de
ella comenzó a salir cerveza y a crear un charco en el suelo bajo los pies de
la más alta.
- ¡Mi cerveza! - Exclamó con un grito ahogado, soltó con
cuidado la otra bolsa en el suelo y sacó la botella agrietada, en cuanto
encontró la parte por la que se estaba saliendo la cerveza acercó sus labios y
comenzó a beber sin dejar escapar ni una sola gota.
- ¡Lo siento! Lo siento
mucho – Se disculpó la más joven intentando hacer algo nerviosa y levemente
sonrojada – No era mi intención…
La mujer que iba vestida
con una falda corta roja, un top del mismo color y unas botas marrones miró a
la chica fulminándola con la mirada mientras
trataba de no desperdiciar ni una sola gota de cerveza. Cuando acabó con
toda la botella estaba muy furiosa. Realmente furiosa. Rompió la botella contra
el muro agarrándola por la boquilla y se dirigió a la joven de dieciséis años.
- ¡ERA MI CERVEZA! – Le
gritó acercándose cada vez más mientras levantaba la botella amenazadoramente.
Meiko hizo ademán de
golpear a la chica en la cabeza, pero rápidamente Miku la esquivó inclinándose
hacia un lado. La botella rozó la mejilla de la joven causándole un pequeño arañazo del que empezó a brotar
sangre. Miku se llevó la mano a la mejilla y vio horrorizada como estaba
manchada de sangre.
- ¡Oiga, no hace falta que
haga esto! ¡Le compraré otra botella! ¡Por favor! – Caminaba de espaldas
esquivando los ataques de Meiko y suplicándole perdón. Las piernas le
temblaban. La sangre que brotaba de la herida se escapaba por los dedos de la
joven y caía al suelo dejando gotas oscuras de sangre en su camino.
Las piernas le fallaron y
le hicieron tropezar cayendo al suelo de culo. Meiko sonreía maléficamente,
alzó la botella bien alto mientras Miku, del mismo miedo, comenzaba a llorar.
La sangre se mezclaba con las lágrimas que le escocían al pasar por la herida.
La mayor bajó precipitadamente la botella hacia la cabeza de Miku y esta trató
de no ser golpeada poniendo los brazos cruzados sobre ella con los ojos muy
cerrados.
Un segundo. Dos segundos.
No ocurría nada. La inocente muchacha aterrada abrió los ojos temiendo que aún
fuese a golpearla, cuando logró ver con claridad que un joven de ojos y cabello
azul había frenado el golpe agarrando de la muñeca a la mujer de rojo. Vio como
él le pegaba una colleja en el cuello y los ojos de Meiko, oscurecidos,
comenzaron a brillar, como si hubiesen pasado de la muerte a la vida de nuevo. La
mano de la mujer se relajó y la botella cayó al suelo rompiéndose en pedazos
muy cerca de Miku.
- ¿Qué ha pasado? ¡¿Y mi
cerveza?! – Dijo Meiko alterada, como si no recordase nada de lo que acababa de
suceder.
- ¡Meiko, has estado a punto de matar a una
chica! ¡Otra vez! – Le regañó el hombre de azul, aunque en su expresión no
mostraba solo enfado, sino también algo de miedo y preocupación.
- ¡No ha sido mi culpa!
¡Ella ha hecho que rompa la botella de cerveza! ¡Y tú cállate! – Le contestó
dándole un empujón al muchacho peliazul y girando la cabeza indignada se volvió
para coger la bolsa con las botellas de cerveza.
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